Arrimadas no descarta la renuncia
Quizás la factura más cara de toda la crisis en la que Ciudadanos se ha metido -con una ligera ayuda del Partido Socialista- la deba abonar la que incluso es presidente del partido, Inés Arrimadas, que tiene por delante un fin de semana intenso para preparar el Comité Ejecutivo de Cs que va a tener sitio el primer día de la semana. Todos y cada uno de los escenarios, aun su salida de la presidencia, se contemplan como posibles en esta trascendental cita. A la decepción personal se une el sentimiento de ser políticamente traicionada por un aparato de barones en su partido que hace ya un tiempo dejó de trabajar coordinadamente con la dirección nacional. Esta circunstancia, unida a su soledad en el partido, a su ausencia de autoridad y mando real –prácticamente solo puede contar con su conjunto parlamentario en el Congreso de los Diputado– abocan a Arrimadas a reconsiderarse su porvenir. La única forma en la que podría sostener su puesto es un cambio radical de estrategia que le llevaría otorgar más poder a los barones, una solución que la encerraría más en el círculo vicioso que le ha llevado hasta este punto.
Hay que tener en consideración asimismo que, por lo menos nominalmente ha sido Arrimadas quien ha citado el encuentro para el primer día de la semana si bien en un inicio no estaba previsto que se celebrara en esta data. Los miembros de la Ejecutiva que han pedido en público esta asamblea son el vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín; la vicealcaldesa de la capital de España, Begoña Villacís; el portavoz de Ciudadanos en las Cortes Valencianas, Toni Cantó; y la ex- consejera de Cultura y Turismo de la Comunidad de la capital española, Marta Rivera. Específicamente, Villacís aseveró que ahora se hacía «más precisa que jamás la convocatoria de un Comité Ejecutivo». «Cs jamás ha tenido temor a rendir cuentas, ni al discute, ni a las explicaciones. De esta forma ha sido siempre y en todo momento, y de esta manera debe proseguir siendo», publicó en una red social. Cantó asimismo solicitó que se celebre ese encuentro, que, a su juicio, ya estaba «tardando», conforme declaró a los medios desde Castellón. Es en ese foro de discusión donde desea expresar su opinión sobre los últimos sucesos políticos, puesto que piensa que «lo fiel y lo que toca es charlar allá primeramente y escuchar». Por su lado Marta Rivera, una de las personas perjudicadas por los efectos de lo ocurrido en Murcia -siendo depuesta por Díaz Ayuso al lado de el resto consejeros de Cs en la capital de España-, había pedido del mismo modo la convocatoria «inmediata» de una asamblea de la Ejecutiva «para que se dé cuenta de lo sucedido» en la Zona. «Todo lo acaecido es de una gravedad extrema y es preciso que se ofrezcan explicaciones», afirmó.
Solo un histriónico Edmundo Bal dio la cara el día de ayer por Arrimadas. En su intervención, en la que se dejó llevar por la sobreactuación por instantes el portavoz de Cs en el Congreso acusó al Partido Popular de «haber comprado 3 bocas con dinero, cargos y poder». «Nadie puede tener la más menor duda de que se han vendido, el Partido Popular ha comprado su silencio» afirmó en exactamente la misma comparecencia telemática en la que se ofrecían las primeras explicaciones de la dirección nacional a lo sucedido en las últimas horas. En el instante más relevante en lo que se refiere a estrategia interna de Cs, Bal dejó claro que no hay un responsable político en la dirección por no haber adelantado esta maniobra que ha dejado en suspenso la petición de censura. De esta forma respondió siendo preguntado sobre si debería renunciar el vicesecretario general segundo, Carlos Cuadrado, por ser el autor de esta operación para reemplazar al Partido Popular en la zona. Conforme recordó, estos 3 «tránsfugas» (Isabel Franco, Val Miguélez y Francisco Álvarez) firmaron la petición de censura y, en consecuencia, no era posible prever que se saltaran su compromiso, preguntándose de esta manera «con qué bola de cristal» se puede predecir que «no iban a ser fieles a la palabra dada».
No solamente le llegaron los golpes a Arrimadas desde en su partido. El Partido Socialista Obrero Español piensa que si el movimiento de los populares ha tenido éxito, tiene asimismo que ver con que Arrimadas no controla su partido. De este modo los socialistas tratan ahora de desligarse por completo del descalabro de la operación en Murcia y responsabilizan, por una parte, al Partido Popular, por portarse de forma «mafiosa» y «corrupta» y, por otro, a Arrimadas, por no tener control sobre sus miembros del Congreso de los Diputados ni autoridad suficiente.