Cara y cruz de la patata
Cara el mes de octubre de dos mil veinte el campo de la patata estaba en pie de guerra. Los costes que recibían los labradores andaban entre seis y siete céntimos de euro y se llegó a charlar aun de ventas por tres céntimos el kilogramo. Evidentemente, estas cantidades no cubrían, ni de broma, los costos de producción, mas los patateros se veían obligados a vender para no permitir que sus cosechas se echasen a perder. Muchos no disponían de guardes para a amontonar las existencias y, los que sí tenían esa posibilidad, se veían frente a la prohibición, por normativa comunitaria, de los antigerminantes que se estaban utilizando hasta ese momento, substancias que sirven a fin de que las patatas no afloren y queden inútiles para la venta al público. Muchos otros aun optaron por dejar los tubérculos en la tierra por el hecho de que era mayor el gasto de recogerlos que el ingreso de venderlos.
A Dios gracias, las cosas han alterado para mejor desde ese momento. No es todo color de rosa, mas por lo menos los labradores que dedican sus parcelas a este cultivo gozan ahora de unos costos dignos que ofrecen la posibilidad de que aumente en el futuro próximo la superficie dedicada a este producto, un comestible básico en todos y cada uno de los hogares del que en España somos deficitarios.
Alberto Duque es el responsable del campo de la patata a escala nacional en COAG y confirma la tendencia a la baja de este cultivo en este país, datos que asimismo ofrece el Ministerio de Agricultura. En dos mil diecisiete se sembraron prácticamente setenta y uno hectáreas, al paso que en dos mil veintidos no llegaron a las sesenta y cuatro, cerca de un diez por ciento menos, pese al muy, muy ligero repunte de la última campaña con respecto a dos mil veintiuno.
Cara y cruz de la patataNo obstante, Duque reconoce que las condiciones han mejorado para los labradores. Ahora, expone, se paga el kilogramo a algo menos de cuarenta céntimos, unas 6 veces más que hace un par de años. Eso, ocasionado en parte pues el año pasado no hubo una enorme cosecha en la UE debido a sequías y otros factores, hace que el cultivo en nuestros días sea rentable. Mas recuerda que no todo es tan fácil, por el hecho de que generarlas asimismo se ha encarecido sensiblemente. Hace un par de años, una hectárea de este tubérculo «se comía» entre seis.000 y siete.000 euros; hoy en día, con el tremendo encarecimiento de los insumos, llega a los diez.000.
Otro empujón para los productores ha sido la salida al mercado de dos nuevos antigerminantes que pueden reemplazar a los que quedaron vetados por la UE. Un antigerminante evita que las patatas afloren y tengan peor aspecto para el consumidor, de forma que se pueden guardar a lo largo de más tiempo sin perder presencia (ni cualidades nutricionales ni de ningún género, como es natural). Duque explica que en España se ha conseguido conseguir uno a base de cascarilla de naranja y otro más se ha logrado desde menta, fuera de este país mas asimismo en territorio comunitario. Estas nuevas substancias suponen un alivio para el ámbito, si bien tienen una duración más corta (hay que aplicarlos cada un par de meses) y costos superiores.
Otra alternativa para preservarlas es guardarlas a baja temperatura, próxima a cero grados, mas eso acarrea el inconveniente de que el almidón de la patata se descompone en azúcares más pequeños, que son los que le dan ese propio color negro a las patatas fritas en ocasiones. Este proceso produce, además de esto, acrilamida, una substancia que, conforme la comunidad científica, es cancerígena (cocidas no presentan ningún inconveniente, por el hecho de que la acrilamida no se forma). Por lo que esa alternativa no se usa apenas en España.
Cara y cruz de la patataLos precedentes antigerminantes, sintéticos, podían provocar algunos perjuicios y la UE, en su política de suprimir químicos de la agricultura, los prohibió. A Dios gracias, conforme el encargado de COAG, y al revés de lo que acostumbra a suceder, se informó con tiempo a las compañías productoras de fitosanitarios a fin de que pudiesen amoldarse al cambio normativo y no se causara daño a los productores y almacenistas. Algo que, por desgracia, no ocurre, por poner un ejemplo, con la prohibición de los herbicidas para el ajo o los neonicotinoides para la remolacha.
Asimismo suma en favor de los productores que la producción se diversifica más en lo que a variedades se refiere. El labrador cada vez tiene más en cuenta lo que demanda el consumidor y los diferentes géneros de patata dejan ofrecer en los lineales productos acorde con lo que los ciudadanos procuran.
La patata francesa.
Mas no todo son buenas noticias. España tiene un inconveniente de producción. Este año se han cosechado menos de un par de millones de toneladas de patata por vez primera desde el instante en que hay registros, conforme el Ministerio de Agricultura. Alén de los inconvenientes con las lluvias torrenciales en Levante y con el calor extremo en una buena parte de la Península, este dato es uno más en una tendencia decreciente, tanto en superficie como en toneladas al año.
Esto hace que debamos traer patata de fuera. Concretamente, conforme Alberto Duque, precisamos unas quinientos toneladas de patata más de la que consiguen nuestros labradores, mas importamos setecientos cincuenta. ¿Por qué? Duque explica que, en parte, es por el hecho de que una de las primeras cosechas del año, que se consigue en la zona de Almería cara el mes de marzo, se va al extranjero prácticamente íntegramente, pues hay países como Alemania, Francia o Italia que la aprecian mucho.
La cuestión es que nuestra producción se queda corta. Y lo que traemos de fuera, en un ochenta por ciento , llega de Francia. De entrada no debería haber ningún inconveniente en un país deficitario se provea en el exterior, mas siempre que los usuarios puedan conocer el origen de cada producto, que es lo que semeja que no ocurre siempre y en toda circunstancia.
No es la primera vez que se demanda algo semejante, mas esta semana UPA, COAG y ASAJA lo han hecho con impetuosidad pues aseveran, con pruebas según lo que parece, que ciertos supermercados de las cadenas LIDL y DIA podrían estar comercializando como patata nueva de España una patata de conservación refrigerada y de origen francés. En un mensaje de UPA en la red social Twitter, la organización agraria publica una foto del informe elaborado por un laboratorio alavés que afirma que la pluralidad ni tan siquiera es la que anuncia el envase.
La coalición UPA-COAG en Castilla y León, en verdad, ha acudido al Ejecutivo de esa comunidad, a la AICA y al Ministerio de Consumo a fin de que actúes de manera inmediata y hagan las acciones pertinentes para abrir expedientes y sancionar «contundentemente» a las citadas cadenas. «De lo opuesto, comprenderemos que tanto el Gobierno central como el Gobierno regional, haciendo dejación de funciones, protegen a la distribución contra los intereses de los labradores y consumidores», han sentenciado.
UPA recuerda que es frecuente que de año en año en este país la patata vieja francesa inunde el mercado de España, y que parte del campo de la distribución la comercializa como «patata nueva» y en ciertas datas como «patata lavada» confundiendo a los usuarios en los lineales de una forma «impúdica». Realmente, afirma la organización, se trata de patatas más asequibles mas con una peor calidad nutricional y organoléptica, llevando a la confusión de los usuarios españoles. «Repiten una y otra vez prácticas de este género por el hecho de que les resulta baratísimo saltarse la norma», agrega.
ASAJA, por su lado, advierte a los usuarios sobre el engaño de tal oferta y solicita al Ministerio de Agricultura que extreme los controles sobre los agentes de la cadena agroalimentaria a fin de que se adviertan, y sancionen en su caso, prácticas fraudulentas que dañan tanto a los usuarios como a los productores españoles. Desde la organización explican que la patata nueva de origen nacional que los productores sacan en venta en estos instantes tiene un costo en origen de cero con sesenta euros el kilogramo y en consecuencia no posiblemente una cadena de distribución la comercialice en el punto de venta a cero con noventa, una vez sumados los gastos de procesado, lavado, enmallado, etiquetado, transporte, etc. Se trata, conforme indagaciones efectuadas por ASAJA, de patata proveniente de la campaña precedente (sometida a múltiples meses de cámara frigorífica) y con origen francés.
La asociación resalta el riesgo que tienen estas importaciones por las consecuencias sobre los costos en la patata local. Si hay más oferta, los labradores españoles deben vender más asequible y eso desincentiva la siembra. Recuerdan que «en los últimos años ha habido un descenso de la superficie cultivada y España es deficitaria y debe importar para cubrir el consumo, una tendencia peligrosa de dependencia que este país no se puede permitir».
ASAJA en Castilla y León asimismo ha salido al paso ha querido solicitar los pies en el suelo al resto de eslabones de la cadena alimenticia a fin de que el labrador no sea el perjudicado por las prácticas comerciales de la distribución. La OPA reclama «lealtad y legalidad» a la cadena alimenticia a fin de que se cumpla la Ley que fuerza a que se remunere con justicia al labrador, como primer e indispensable eslabón de la cadena. Resalta que de las cerca de dos con cinco millones de toneladas de patata que se consumen en España, prácticamente ochocientos se generan en su comunidad autónoma.
Premio Patata de Oro Castilla y León.
La semana pasada se festejó, en el Centro de Capacitación y Hostelería IES Diego de Praves de Valladolid, la primera convocatoria del Premio Patata de Oro de Castilla y León, organizado por la coalición UPA-COAG para difundir las propiedades nutricionales y organolépticas de este comestible, aparte de sus múltiples variedades y posibles preparaciones. Hubo un abanico de veintidos patatas presentadas por diferentes comercializadores y labradores que venden su producto y fueron preparadas por pupilos del centro en 4 presentaciones: en puré, cocida, frita y asada. El jurado, compuesto por Yolanda Medina, presidente de la Interprofesional de la Patata de Castilla y León, cronistas e inclusive la jefe de cocina del restorán Alquimia (una estrella Michelin), concedió premio a una patata zamorana (Manuel Farto Encalla, labrador de Santa María de la Vega), otra pucelana (Florimon Desprez) y dos segovianas (Segoviana de Patatas SL y Miguel Gómez, labrador de Escarabajosa de Cuéllar) en las distintas categorías. Alberto Duque, de COAG, manifestó que es un certamen que nace con vocación de continuidad y que poco faltó para verse excedidos por la participación.