Soria

Carlos Dávila. La COVID de Sánchez lo ha inficionado todo

Un número de la Guarda Civil, cuyo destino no descubro pues sería inmediatamente detenido y penado, lamentaba en el ánima hace algunos días la imagen de su directiva general (da lo mismo su nombre, mejor es ignorarlo) participando en un mitin del Partido Socialista Obrero Español en el que menudearon los ataques a los partidos de la oposición, singularmente al Partido Popular al que su jefe, Marlaska, acusó de «organización criminal».  «Es la primera vez en la Historia -afirmaba el agente- en que nuestro Cuerpo ha dejado de ser neutral, institucional, de todos y cada uno de los españoles». «Pues, ¿qué creían ?», le contestó este cronista que, además de esto, añadió: «¿Pensaban que les iban a respetar, que iban a quedar indemnes de la infección masiva a que está sometida España entera?». No es preciso aclarar que esta pregunta  no afectaba a la tremenda pandemia viral que todavía nos asola. En el día que contamos, se había sabido que el Gobierno, en otra zapateta indecente, había aprovechado el BOE para, asimismo, arrear un mamporro indecente al Partido Popular en la exposición de motivos de una ley del no se sabe qué. El proyecto se publicaba tildando al primordial conjunto de la oposición de todos y cada uno de los fallos y también irregularidades posibles. El tema recubría todavía más gravedad teniendo presente que la regla en cuestión estaba subscrita por el propio Rey. O sea, que el Gobierno social leninista de la nación comprometía a Felipe VI en unos dicterios incompatibles con su independencia. Algo monstruoso desde el punto de vista institucional y democrático.

Estas que se incluyen en esta crónica podrían ser las últimas fechorías perpetradas por la coyunda de ultraizquierda que nos rige, o bien cosa de este modo. Mas no son las últimas: el episodio de la navaja ensangrentada de la ministra Maroto, una ignota para el público por lo general, marca la capacidad de estos políticos, los del Partido Socialista y los de Podemos y su cohorte estalinista, para inficionarlo todo con las más sucias artimañas que puedan reconocerse. Un resumen sintético del episodio citado revela que el pobre enfermo de esquizofrenia de El Escorial (un sujeto escorado de toda racionalidad por sus múltiples obsesiones) mandó la carta navajera un jueves, que el Ministerio pertinente la recibió el viernes, que los responsables del Gobierno la guardaron, sabiendo aun su procedencia, hasta el primer día de la semana siguiente, y que ese día Maroto, ayudada por la portavoz Lastra y la vicepresidenta Díaz, expusieron la carta como obra indudable de la delincuente tendencia del fascismo ultraderechista de VOX. Un montaje tosco y miserable como no se recuerda.

Lo es. Mas se trata de algo más; es una prueba palmaria de hasta dónde pueden llegar unos administradores públicos en su prosecución a los contrincantes. Ya no queda en este país entidad, conjunto o bien persona cualificada que no haya sido tocada por la intromisión dolosa de nuestros gobernantes. Del Rey abajo absolutamente nadie se ha librado de la voracidad liberticida de Sánchez y compañía. A Felipe VI se le degrada en el ninguneo y se le hace firmar una ley contra un partido legal; al Constitucional se le emplea para fines espurios gracias, aparte de la connivencia, de un inane presidente; al Supremo se le impide nombrar a sus jueces; a la Fiscalía se la somete hasta transformarla en un negociado del Ministerio de Justicia; a los medios independientes se les atraca con una vigilancia amenazadora propia de la Albania de los 70; al Parlamento se le ahorma para, dormido como se halla, se transforme solo en una franquicia del Ejecutivo; y al país normalmente se le prosigue fiscalizando bajo un régimen de alarma que es el que mejor resulta para los planes totalitarios del Gobierno social leninista.

Ya no queda nada por abordar, asediar y dominar. La democracia en España y en esta situación semeja más una ficción que una realidad incontrovertible. En esta campaña de la capital de España que acaba por fortuna, se están comprobando todas y cada una estas miserias hasta el punto de que la confrontación violenta ha reemplazado con desventaja al contraste político indispensable. No es extraño que Ayuso, la supuesta ganadora en las elecciones del próximo martes, haya plasmado sus razonamientos en un leimotiv que ha hecho gracia: Comunismo o bien libertad. Eso es exactamente lo que está en juego en una situación en la que a un partido de derecha neta, Vox, se le  imputan actitudes violentas y a otro, Podemos, que amenaza y además de esto se hace cómplice de los peores regímenes de la Historia, se le deja hacer pedagogía de una democracia en la que, conforme tiene declarado, ni tan siquiera cree. Una anomalía incomprensible.

Publicidad del régimen

Quien crea que las elecciones de la próxima semana no deben tener trascendencia en el resto de España es que ha caído en la trampa permanente tendida por el social leninismo. Ese día puede empezar a instalarse la certidumbre de que este régimen instalado por Sánchez y sus secuaces, por servirnos de un ejemplo, de la Bildu etarra, puede ser con perfección sepultado donde corresponde, es decir, en las urnas. La publicidad del régimen descrito incide en que una cosa es la capital española y otra España. Falso. Prácticamente siempre y en todo momento recorren en exactamente la misma dirección.

Sánchez y su cuadrilla de propagandistas tóxicos lo han inficionado todo. Ya hemos contado líneas arriba qué queda de aquel bonito proyecto que nutrió nuestra Transición. Cuando menos, está en almoneda. De proseguir de este modo, lo más probable es que no quede de él piedra sobre piedra. Es lo que se está intentado. De ahí que estas elecciones deben ser seguidas en toda España, desde entonces en esta comunidad autónoma, con sumo interés.

Puede acontecer que el efecto Ayuso, si se consagra en los márgenes que se prevén, arrastre a otros efectos regionales muy propios.  Sin ir más allá el de Castilla y León, donde se vislumbran muy afines perfiles a los que semejan que llevarán al centro derecha de España a una victoria prácticamente sin antecedentes.

Lo que se juega, ya se ve, no es poca cosa, mas se puede reducir a esto: impedir el latrocinio político que está cometiendo la conjunción social marxista concluya por anclarse. No es poca cosa la que está, como el NO-DO viejo al servicio de todos españoles.

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