Javier Biosca, el “criptogurú” que se tiró desde una quinta planta tras estafar ochocientos millones a tres mil personas
Javier Biosca pasó en cuestión de meses de procurar ganarse la vida con una compañía de marketing en Torrijos (Toledo) a transformarse en el líder de las “criptos” merced a un negocio “seguro” y “rentable” de compra y venta de criptomonedas creado al lado de su mujer, Paloma Galán, y su hijo, Sergio Biosca. El que a priori parecía un empresario de éxito resultó ser el encargado de una presunta megaestafa piramidal con miles y miles de perjudicados, en verdad, la mayor estafa de criptomonedas investigada por la Audiencia Nacional. Este veintidos de noviembre Javier Biosca, de cincuenta años, aparentemente se suicidó al saltar del quinto piso del Hotel Ona Val Romano (Estepona), donde se hospedaba desde el momento en que el veintiocho de octubre salió de la prisión tras abonar un millón de fianza. Mas Biosca estaba hasta el cuello de amenazas. Por eso, la Asociación de Perjudicados por Inversiones en Criptomonedas, que representa a una tercera parte de los engañados demanda que se prohiba la incineración de cadáver hasta el momento en que se haga una necropsia pormenorizada, que se tome declaración a todos y cada uno de los testigos y que se investigue todo cuanto pasó horas y días ya antes de su muerte y después.
El empresario toledano era el cerebro del negocio, quien se ocupaba de invertir el dinero de sus clientes del servicio en bitcóin, ethereum o litecóin para conseguir rentabilidades semanales del veinte por ciento o veinticinco por ciento . Su mujer y su hijo eran los presuntos captadores. En verano de dos mil diecinueve, el negocio arrancaba con menos de veinte clientes del servicio. Un año después, el número de adeptos que confiaba sus ahorros a la compañía de Biosca, Algorithms Group, rondaba los quinientos y medraba como la espuma en un contexto marcado por el apogeo de las criptomonedas. El “experto” llegó aun a organizar “la celebración del bitcóin”, un trampolín que aumentó su cartera de clientes del servicio hasta tres mil. Javier cumplía con los pagos y vivía estupendamente en una mansión de Marbella. Mas en el mes de noviembre de dos mil veinte todo se comenzó a derrumbar y salió a la luz la verdad: el líder era un falso bróker, su sociedad no estaba registrada en la CNMV, las alarmas de los bancos brincaron ante las inmensas cantidades de dinero que movía y los intereses de los clientes del servicio, que ya habían bajado al ocho por ciento o diez por ciento , se transformaron en impagos, hasta sumar un total de ochocientos dieciocho millones de euros defraudados.
En torno a mil engañados, representados en su mayor parte por la Asociación de Perjudicados por Inversiones en Criptomonedas, presentaron una demanda aceptada a trámite el cuatro de mayo de dos mil veintiuno y apenas un mes después, Javier Biosca fue detenido en Málaga. En el mes de junio de dos mil veintidos salió por vez primera en libertad al presentar por fianza un inmueble -un palacio en ruinas en Llanes (Asturias)- cuyo valor de tasación fue inflado artificialmente (hasta un par de millones de euros), un delito por el que son investigados Juan Antonio Zuluaga Bilbao, su fiador, en la actualidad en sitio desconocido, y el arquitecto técnico Antonio Ochoa Giménez. La Asociación ha ampliado su demanda a otro empresario, Luis Fraile Platas, tras conocer que se habría puesto en contacto con el fiador y el arquitecto técnico para presentar el palacio como fianza. El veintiocho de octubre, Javier tuvo una segunda ocasión y consiguió salir de cárcel. Menos de un mes después, este veintidos de noviembre, murió.
Sus víctimas, que proseguirán contra su mujer e hijo, solicitan que no se le incinere para investigar más
Emilia Zaballos, perjudicada y presidente de la plataforma, apunta en declaraciones a LA RAZÓN que la posibilidad de que haya sido intencionado no es solo una sospecha. ”Yo personalmente he tenido conversaciones telefónicas personales con Javier Biosca y me prometía que iba a cumplir con los pagos mas que debía salir pues estaba en riesgo la vida de su mujer y de su hijo, pues había recibido amenazas incesantes por la parte de las organizaciones delincuentes que habían invertido en su negocio. Aun temía por su vida cuando saliera”, explica. ”Si se nos hubiese escuchado. Si se hubiese tomado declaraciones a los testigos esenciales que hemos aportado a lo largo de estos prácticamente un par de años, estoy segura que a Javier no lo habrían dejado salir de la prisión, mucho menos por un millón de euros, y ahora estaría vivo y el dinero estaría de forma perfecta protegido”, lamenta.
Zaballos, que asevera asimismo estar recibiendo amenazas, la última de ellas un día siguiente de la muerte de Javier de una parte de Luis Fraile, define a Biosca como “manipulable y Paloma era la que más lo manipulaba”. Si bien Javier parecía el cerebro de la estafa, cara la galería su mujer, vieja peluquera, podría ser la mano que movía los hilos. “Estamos persuadidos de que tiene todas y cada una de las claves de las carteras frías”, agrega, pendrives donde se guardaron las criptomonedas para sacarlas del sistema. Por esta razón, desde la Asociación van a continuar el procedimiento contra Paloma, que aparentemente tiene acceso a las “wallets”, contra su hijo, Luis Fraile y múltiples personas más, pues con la muerte de Javier “se extingue la responsabilidad penal, mas no la civil”. Emilia Zaballos insiste en que proseguirán combatiendo para recobrar el dinero de los perjudicados, mas no se descarta que una parte de las cantidades hayan desaparecido por unos supuestos pagos que podrían haber efectuado a lo largo del tiempo que estuvo en libertad y en el que Javier tuvo un escolta y estuvo bajo vigilancia por conjuntos mafiosos.