La medusa inmortal
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La medusa inmortal

Doy nueva de un libro de reciente aparición con el sello de Destino. Su título es el que lleva mi columna. Su autor, Niklas Brendborg, un biólogo molecular natural de mil novecientos noventa y seis. Un muchacho, vaya, que solo tenía veinte años cuando publicó su primer libro: Este del que doy cuenta ha sido un bestseller en su país, traducido ya en dieciocho países. La medusa inmortal no es solo un título simbólico, metafórico y alegórico, sino más bien un ser vivo de tamaño enano, poco más del equivalente a una uña, que se pasa la vida ingiriendo plancton y flotando a la deriva, mas que bien podría apodarse Benjamin Button, por el hecho de que su envejecimiento es, realmente, rejuvenecimiento, como le sucedía al protagonista de una insigne película. No es, stricto sensu, inmortal, puesto que acostumbra a ser devorada por algún otro habitante de los océanos en los que vive.

Mas, matiza el creador del libro, en un ambiente de laboratorio quizás pudiera vivir eternamente, remozando una y otra vez. La Turritopsis presta su condición de medula inmortal al título del libro, mas no lo protagoniza. El ensayo, que es narrativo, rico en anécdotas, no exento de categorías, de vibrante ritmo y de insaciable lectura, trata de algo que está de tendencia, mas que lo estaba ya cuando la Epopeya de Gilgamesh brincó al ruedo de la literatura, Laotsé (o quien fuera) compuso el Tao Te King, la mitología védica nos charló del (o la) Amrita –el licor de la inmortalidad que Visnú ofreció a los hombres– y nuestro compatriota Ponce de León se puso a buscar laboriosamente en la jungla de Florida el manantial de la Eterna Juventud.

¿Podemos calcular nuestra esperanza de vida desde el instante físico en el que nos hallamos? ¿Por qué las personas bajas viven más? ¿Tomar antioxidantes promueve el cáncer? ¿Dar sangre puede alargar la vida? A estas y otras preguntas responde el libro. Stevenson afirmaba que siempre y en toda circunstancia se muere joven. En su caso fue literalmente cierto. En el suyo, lector, cabe procurarlo sin imitarlo. Fallecer joven, sí, mas tarde. Cuanto más, mejor. Documéntese leyendo este libro y pruebe suerte. Exactamente la misma que al empezar el año le deSeo.

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