¿Qué genera la ansiedad y de qué manera manejarla?
En los registros clínicos de atención primaria del actual año se ha estimado que en torno a un seis con siete por ciento de los españoles padece algún trastorno de ansiedad. Y eso que España no es ninguna salvedad. Realmente, los desórdenes de ansiedad encabezan la lista de los problemas médicos mental a nivel global.

Estas enfermedades mentales se caracterizan pues la ansiedad no desaparece a lo largo de largos periodos de tiempo. Cualquiera puede probar estos sentimientos en su vida rutinaria, por servirnos de un ejemplo, cuando se encaran una entrevista de trabajo o al hacer una presentación. Al fin y al postre, la ansiedad es una contestación normal frente al agobio.
No obstante, las personas con trastornos de ansiedad lo sienten con mucha frecuencia, aun cuando no se hallan en situaciones típicamente agobiantes. Y eso puede interferir con las actividades al día y tener un impacto esencial en la vida privada y laboral… y además de esto pueden empeorar con el tiempo.
Hay algunos indicadores que pueden informarnos si existe algún motivo para preocuparnos y para buscar atención clínica:

Un estado de alarma permanente es una de las manifestaciones más claras de la existencia de un trastorno sicológico relacionado con la ansiedad. Se estima que estamos en hipervigilancia cuando el cerebro percibe de forma continua amenazas y riesgos donde no los hay. Es un estado de mayor sensibilidad sensorial que se traduce en una sobre activación cognitiva y psicofísica. La psique no deja de rumiar exactamente los mismos pensamientos… una y otra vez, haciendo una montaña de un grano de arena y produciendo un estado de agobio permanente.
Lo que -obviamente- asimismo va a tener consecuencias físicas. El más claro es el agotamiento, mas asimismo acostumbra a manifestarse con taquicardias, sudoración, presión en el pecho, perturbaciones digestibles, cefaleas, nauseas usuales, dolores de cabeza, tensión muscular (puede producir dolores en la zona lumbar o en el cuello), hormigueos, calambres y inconvenientes para conciliar el sueño. Estos síntomas son bastante comunes… cuando aparecen separadamente. No obstante, cuando aparecen múltiples de estas circunstancias simultáneamente, debemos buscar la atención de un profesional a fin de que nos oriente sobre los posibles tratamientos.
Una manifestación de un trastorno de ansiedad que asimismo es clarísima es la “niebla mental”. Cuando la sofocación permanente se instala en nosotros, nuestro cerebro entra en modo de supervivencia… y eso agota muchos recursos. Por ese motivo, es muy normal que comencemos a actuar en “piloto automático” para reducir la gran carga que debemos mantener sobre nuestros hombros. Esto quiere decir que vamos a tener inconvenientes para centrar la atención, rememorar cosas, tomar resoluciones, meditar, meditar de forma renovadora, etc.

Es esencial desarrollar diferentes estrategias mentales para sostener la ansiedad a raya. Solo así vamos a poder recortar el círculo vicioso de la ansiedad; consistente en que, como los síntomas son desapacibles, el perjudicado se vuelve más sensible a cualquier potencial catalizador… y entonces se preocupa de manera continua por lo que pueda pasar, volviéndose más deseoso aún. Para trabajar en estas estrategias debemos enfocar el inconveniente desde diferentes áreas:
El paso inicial para solventar el inconveniente es comprender qué es lo que nos pasa y descubrir el catalizador que ha podido desatar o empeorar la ansiedad.. una labor para la que siempre y en toda circunstancia es precisa la guía de un especialista. Y desde ahí podemos trabajar en los métodos y en las estrategias concretas que nos van a ayudar a lidiar con la situación.
Asimismo podemos meditar en ciertas situaciones comunes, como el exceso de trabajo, los inconvenientes económicos, etc. Todas y cada una estas circunstancias empeoran mucho la situación y debemos ponerle freno lo antes posible. Y para eso, las 5 estrategias siguientes son un buen punto de partida:

Deja regular el exceso de activación del sistema inquieto y favorece un cansancio sano y un mejor sueño. Busca preferentemente un deporte que te divierta. Las actividades físicas o manuales asimismo aportan estabilidad que se encara y contrarresta la ansiedad.
Planea tu día a día con una agenda, tus horarios de trabajo y ocio, tus responsabilidades y labores, y sobre todo tus necesidades. Es esencial ser cauto y proponerse qué puede pasar mal… mas teniendo mucho control sobre este hilo de pensamiento. Cumple además de esto con una higiene del sueño conveniente, acuéstate y levántate siempre y en todo momento a exactamente la misma hora, cumple con las horas recomendadas de sueño.
Los regímenes basadas en comestibles procesados favorecen los déficits de ciertos nutrientes que pueden acrecentar estos síntomas, como ciertas vitaminas, minerales, ácidos grasos poliinsaturados, omega-tres o ciertos aminoácidos. Resulta conveniente eludir bebidas que tengan cafeína u otros estimulantes.
Puedes asistir a un sicólogo a fin de que te enseñe herramientas y técnicas de relajación, o decantarse por actividades como meditación o yoga. Lo que sea para aprender a calmarse y meditar más meridianamente. Centrándose -sobre todo- en reducir las preocupaciones irracionales.

Estar con amigos y divertirnos es una forma de forzar a nuestra psique a “cambiar de tema”. Un truco para relajarse en situaciones sociales es ser previsor. Planear nuestro día de forma cuidadosa, a fin de que todo aquellas labores que debemos hacer a lo largo del día puedan quedar “tachadas” en el instante de salir y no debamos regresar a meditar en ellas.