Recomendaciones para salir de la depresión
La depresión es una de las enfermedades psicológicas más comunes. Pero a pesar de que un gran porcentaje de la población puede llegar a padecerla en algún momento de su vida, todavía existen personas que no saben cómo lidiar con ella y cómo superarla.
Desánimo, tristeza, ansiedad, baja autoestima, exceso o falta de sueño y apetito son algunos de los síntomas que sufre alguien con depresión. Y si no se diagnostica, desencadenará actitudes autodestructivas en aquellos que no sepan hallar una solución.
Si se está pasando por una etapa de depresión, hay varios pasos que servirán para salir de ella:
Acudir a un especialista
Al igual que con los padecimientos físicos, la depresión debe tomarse en serio. Cuando se tiene un dolor de estómago, lo primero que se hace es ir a un experto, al igual que con otras afecciones. Si se tienen problemas de corazón, el enfermo debe ir al cardiólogo. Cuando se tienen dificultades emocionales o cognitivas, lo lógico es visitar a un psicólogo.
Es importante buscar ayuda en familiares y amigos que den soporte. Pero sobre todo hay que ir a una consulta con un experto en el tema, que tenga la capacidad y los conocimientos necesarios para orientar a quien padece depresión.
Si se sospecha de que se está deprimido, lo más conveniente es informarse y asistir a un centro psicológico de referencia. En estos lugares se contará con ayuda especializada para empezar a tratar el problema y, poco a poco, ir logrando el bienestar que se desea.
Hay que encontrar la motivación necesaria
La falta de motivación es una de las principales características de un cuadro depresivo. Sin embargo, el primer paso para salir de él es aceptar que se tiene un problema y querer enfrentarlo. No será fácil, pero si se quiere una terapia psicológica sin posibilidad de recaidas, se debe tener la determinación para seguir adelante.
Existen muchas formas de ir venciendo la apatía. Se puede empezar por pequeñas cosas, como levantarse más temprano, hacer unos minutos de ejercicio, preparar la comida favorita, salir con amigos o visitar lugares nuevos, entre otros. Poco a poco se empezará a sonreír otra vez. Todo lo que se necesita es la voluntad de hacerlo.
Lo mejor es pensar en positivo
Contrario a lo que se piensa, no basta con ir a los mejores centros de psicología si luego no se va a trabajar en cambiar las actitudes que llevaron a alguien a sufrir la depresión. Por lo general, los pensamientos juegan un papel importante en cuanto a trastornos psicológicos y emocionales se refiere. Es por ello que se tiene que hacer un cambio en la forma como se ve el mundo y cómo se perciben las situaciones.
Pensar en positivo es una de las recomendaciones más habituales de los psicólogos, en especial aquellos que se especializan en terapias cognitivo conductuales. Se trata de aprender a reconocer los pensamientos negativos que suelen surgir de forma inconsciente y automática. Normalmente este tipo de ideas suelen ser dañinas y no están relacionadas con la realidad. Pensar que se es aburrido, o que no se conseguirá mejorar ni seguir adelante, son pensamientos tóxicos que deben irse reemplazando por actitudes optimistas.
La autoestima es indispensable
Todos los psicólogos coinciden en que la autoestima es un factor clave para la salud mental. La autoestima no es más que el amor propio, se sustenta con una buena autoayuda, en el valorarse y tolerar los defectos personales.
Todos podemos sufrir de depresión, sin importar la edad ni el nivel social, desde una persona con un trabajo común hasta alguien importante puede presentarla en algún momento, lo que evita que se llegue a padecer es la autoestima.
Por esta razón es importante dedicar tiempo a fortalecerse, no solo en lo emocional sino también físicamente. Vestirse bien, arreglarse y tomarse el tiempo de mejorar aquellas cualidades que no sean del agrado personal es válido. Por ejemplo, es común ver un cambio de look en mujeres reconocidas hasta el injerto capilar en famosos que sufren de calvicie solo para sentirse a gusto con ellos mismos. Lo que cuenta es amarse como se es, pero también consentirse, para desarrollar un sentimiento de amor propio.